Lejos de esa discusión, un grupo de 16 alumnos de la clase de cuerdas típicas en la población de Sopó (Cundinamarca) ensaya cada viernes en la tarde.
A 48 kilómetros de Bogotá, un diminuto salón del Instituto de Artes de la población alberga a los niños y jóvenes que intentan sacarles la melodía a sus guitarras, tiples, violín, bajo y, por supuesto, bandolas.
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