viernes, 29 de junio de 2012

El profesor Jhon Montenegro, bandonista


Sus alumnos se acomodan para sentarse, con su instrumento, frente a los atriles que sostienen las partituras. En el grupo hay cuatro aprendices de bandola que planean continuar su carrera musical de forma profesional, estudiando en las facultades de Artes de la Universidad Distrital, la Sergio Arboleda o la Pedagógica, en la capital.
"Pienso en la bandola como en un efecto multiplicador de conocimiento, de música, de repertorios. Es un puente bonito entre la música que los jóvenes no conocen y lo que ellos quieren tocar", agrega el profesor Montenegro.
Para Bernal, la bandola debería quedarse donde está. "No creo que necesite situarse en el mismo nivel de la guitarra eléctrica, porque sus espacios son distintos. Responde a espacios para la música de cámara o acústica. Dar un concierto para 5.000 personas, pues ojalá pasará, pero no es algo que, de verdad, necesitemos", concluye.

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