Empezó en el negocio siendo un asistente forense en el condado de Los Ángeles. Poco a poco le fueron encargando necropsias que necesitaban de todo el rigor, pero ante todo de un impenetrable sigilo profesional: muchos de esos cuerpos eran estrellas en ascenso o en decadencia que morían a causa de una sobredosis de droga o por el abuso del alcohol en las sinuosas noches de Hollywood.
En sus manos estuvo el cuerpo abaleado de Marvin Gaye, el cantante que había definido el soul en la década de los setenta con su famosa canción What’s going on y que murió cuando su padre le disparó dos veces después de una discusión familiar. O el del pionero del rap y fundador del grupo N.W.A., Eazy-E, quien murió de sida en 1995. “Haciendo ese trabajo también me di cuenta de que cuando ves el cuerpo de una estrella destruido por la droga o el alcohol, lo único que notas es todo su dolor”.